Es un placer adentrarse en estos paisajes llenos de vida y rebosantes de verdor de nuestro monteverde. De acuerdo que fue durante los meses más lluviosos del año y que es en las medianías del Norte de Gran Canaria..., pero poco tiene que ver con los agrestes paisajes de Fataga o las dunas de Maspalomas. Y es que el calificativo de continente en miniatura no es gratuito.
Además del placer estético, estos paisajes acogen a una gran variedad de hábitats para la fauna. De hecho no creo que con estos paisajes se ponga en duda la posibilidad de reintroducir la paloma turqué en nuestra Isla. Cosa bien diferente es que se necesita aumentar considerablemente la extensión de la laurisilva, no sólo para la reintroducción de especies perdidas del elenco insular sino para la fijación de suelo, para recargar agua en el acuífero o, simplemente, por el disfrute estético, que no todo va a tener un destino utilitarista.
Y es que necesitamos una Isla para vivir y no sólo para sobrevivir. Mientras disfrutemos de estos rincones.
Que belleza Miguel, no parece uno de mis sueños de hadas😊
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